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13/04/2012 · A la fuerza ha llegado la hora de la eficiencia energetica

A la fuerza, pero ha llegado la hora de la eficiencia

La primera campaña de eficiencia energética, allá en 1976, usó el lema “Aunque usted pueda pagarlo, España no puede”. Ahora se podría usar otro más sombrío: “España no puede pagar por la energía que consume... y usted tampoco”. Un 9% de hogares, según un estudio de ACA, sufren pobreza energética. La luz ha subido el 7% (un 60% en los últimos cinco años, según FACUA), el gas el 5%, la gasolina un 80% en tres años, mientras que los ingresos de las familias disminuyen. De porcentajes muy pequeños del gasto familiar se está pasando a cantidades importantes. Las quejas por las subidas de la electricidad han dejado de ser rituales y retóricas: ahora empiezan a sonar con tonos de angustia.


Las campañas de ahorro y eficiencia energética han perdido su aspecto amable y moderno: ahora difunden trucos de supervivencia más que pautas civilizadas de conducta. No queda más remedio, hay que ahorrar energía. Vamos a hacerlo por puro interés, no por amor al planeta. No se sabe si esta nueva situación servirá para crear una sólida cultura de eficiencia energética. Es probable que sea considerada como un mal paso transitorio hasta que podamos derrochar nuevamente la energía con alegría, como en los viejos buenos tiempos de antes de 2008. Hay que tener en cuenta que se ha creado la figura del resentido energético, una persona con una enorme factura de electricidad en la mano y la creencia de que mucha gente se está haciendo rica a su costa.


Significativamente, las nuevas tiendas de eficiencia energética no emplean ya argumentos ambientales, sino un escueto “Te ayudamos a reducir tu consumo eléctrico y a ahorrar en la factura de la luz”. Algunos hoteles están instalando sistemas de climatización con una ficha de ocho horas diarias incluida en el precio de la habitación: si el cliente quiere mas horas de calor o de frío, deberá comprar más fichas. Y el aumento del precio de la gasolina hace que cada vez más personas compartan coche para ir a trabajar o usen el transporte público.



Tomates y kilovatios: ¿Hasta dónde podemos llegar en la autosuficiencia?








Sí, todos estamos cansados de la chulería de las grandes empresas que nos venden lo que necesitamos (o no) para vivir. Y no sirve de nada que estas grandes entidades se pongan tiernas y sostenibles, seguimos desconfiando. ¿Quién no querría comer sus propias verduras o alumbrarse con su propia electricidad? Pues resulta que este objetivo no es cosa de unos pocos chalados, sino una aspiración cada vez más común. Y no es una locura inviable, ni mucho menos. Hay muchas maneras de desconectar o al menos de depender menos de los caprichos de las corporaciones que nos suministran energía, información, alimentos, recreación, medios de pago, etc.




Las grandes cosas tienen comienzos pequeños: se puede empezar por plantar una tomatera, aunque sólo sea en un tiesto. Y continuar colocando un pequeño panel solar en la terraza o el balcón. O navegando en una bicicleta eléctrica. O dejando de usar dinero, que ya es el colmo: ¡ningunear al sistema financiero internacional!


fuente:señales de sostenibilidad 24









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